jueves, 28 de octubre de 2010

SISTAL



Clara iba todos los veranos a su pueblo Sistal. A ella le gustaba mucho ir para ver a su abuelo y a sus amigos que se encontraban allí. Era alta, tenía  doce años y le gustaba mucho el campo, la naturaleza. Cuando llegaba la hora de marcharse,  siempre pensaba en lo divertido que sería vivir allí todo el año, aunque se paró a pensar en las cosas buenas y malas que esto podría suponer: echaría de menos a sus amigos, a sus profesores, a sus otros familiares que no vivían allí, los sitios en los que jugaba, sus juguetes…
A ella le encantaría quedarse para siempre, pero no podía renunciar a todo lo que dejaba. Se podía llevar sus juguetes pero no el colegio; a sus amigos tampoco. Clara no sabía qué hacer y decidió preguntárselo a su padre.
-Papá, he pensado que podía quedarme a vivir aquí contigo y con mamá; pero por otra parte en casa tengo todo. -dijo la niña-
-No podemos, allí tenemos tu madre y yo nuestro trabajo y si lo dejáramos, sería muy difícil encontrar otro, y más en un pueblo que no es grande.-dijo el padre-
Clara se imaginó que ya vivía allí y se daba cuenta de que en dos o tres meses querría volver a su casa. Le dijo a su padre:
-Papá, si nos vamos,  promete que volveremos más a menudo a visitar el pueblo -dijo la niña-
-Está bien, lo intentaremos,  pero eso no significa que cada veinte días volveremos, no; vendremos en días de fiesta y algún fin de semana.-dijo el padre-
A Sistal, el lejano y bonito  pueblo de Clara, llegó un día un niño de otro lugar, su nombre era Nicolás. Parecía muy tímido y él no quería quedarse de vacaciones en ese pueblo porque no conocía a nadie. Clara se acercó a él y le dijo:
-Si quieres puedes venir con nosotros a jugar; cuantos más niños, mejor.
Decidieron irse de excursión, y se fueron todos juntos a lo alto de una peña. Se lo pasaron muy bien pero se hacía tarde y algunos padres subieron a buscarlos. El padre de Nicolás iba con chancletas, y al bajar se resbaló y se dio un buen trompazo en el culo con una piedra. Los dos, Clara y Nicolás, se rieron un poco, pero sin que se dieran cuenta sus padres.
-¿Cómo se os ocurrió subir a esa hora?- dijo el padre de Nicolás muy enfadado.
-Es que cuando subimos era pronto, pero al final se oscureció.-dijo Clara.-
Nicolás dijo que quería volver otro año allí, porque lo pasaron genial todos los días que estuvo en el pueblo.
A Clara le gustaba bastante Nicolás, pero lo supo cuando se marchó. ¡Suele ocurrir!
Ya en casa, Clara echaba un poco de menos a Nicolás, pero sabía que lo iba a volver a ver el próximo verano.
El verano llegó, hicieron muchas cosas y además Nicolás había llegado antes para estar más días en el pueblo. Ese verano Nicolás se hizo otra nueva amiga, pero no se lo quería contar a Clara porque seguro que no le haría ninguna gracia.
Nicolás le tenía preparado a Clara un regalo, le había comprado un diario para que pusiera las fotos que ella quisiera. Llena de alegría, Clara le propuso:
-Nos podemos ir a un río que conozco, está un poco escondido, en un sitio precioso. Podríamos colocar unas piedras para pasar al otro lado, porque el río no es muy grande.-dijo Clara-
Cuando llegaron allí, cada uno cogió una piedra.
-¡Pesan mucho estas piedras!, ¿me puedes ayudar Clara?-dijo Nicolás-
Entre los dos las cogieron y al final pudieron con todas. Los dos pasaron por encima de ellas. Y a partir de entonces todos los días iban los dos al río, y pasaban al otro lado, les gustaba saltar de piedra en piedra. Ahora ese sitio era su secreto.
Nicolás, un día no lo pudo evitar y se lo dijo a su otra nueva amiga, Raquel, que casualmente o no, era la chica más guapa de Sistal.
-Este lugar no se lo tienes que decir a nadie. -dijo Nicolás-
-No se lo contaré a nadie -dijo Raquel-
Raquel no hizo caso a Nicolás, y precisamente se lo fue a contar a Clara.
-¡Clara!, ya verás que sitio tan bonito me han enseñado, es un río y se puede pasar al otro lado saltando por encima de las piedras.
Clara al escuchar lo que Raquel le estaba diciendo, se enfadó mucho y sin decirle nada se marchó a buscar a Nicolás. Cuando lo vio se acercó a él y le dijo que no había cumplido con su promesa.
-Nunca más vamos a tener otro secreto -dijo Clara-
Nicolás sabía que la culpa no era de Raquel, sino de él por habérselo dicho.
-Perdón por no guardar nuestro secreto, pero es que era tan bonito este lugar que quería que lo supiera alguien más.
Clara le dijo:
-Me has dado una idea con lo que nos ha pasado, como este lugar es tan bonito, estaría bien que lo supiera más gente.-dijo Clara- Pero si vuelves a contar otro de nuestros secretos no te volveré a hablar
-Si no nos hubiéramos enfadado, este maravilloso sitio no lo podríamos compartir con nadie. -dijo Nicolás- 
Entonces, se lo dijeron a un montón de amigos y muchos días iban allí a pasar sus aventuras. Desde entonces ese lugar es el más encantador del pueblo y todos los que lo visitan no se marchan sin conocer “el singular puente sobre el río de Sistal” 

3 comentarios:

  1. Es muy bonito el cuento de Sistal porque habla de la amistad entre las personas.

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  2. Ma gusta mucho venga cada vez mas largos asi me gusta

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