jueves, 25 de noviembre de 2010

ALGO DIFÍCIL DE LOGRAR

                                              
                                          

Celia era una chica que iba al instituto,  tenía 13 años y no le gustaba mucho estudiar, (como a la mayoría de los niños). Hoy tenía clase de francés con la profesora, Mónica, aunque todos la llamaban Moni. Celia no había hecho los deberes, cuando sonó el timbre entraron a clase y la profesora preguntó:
-¿Alguien no ha hecho los deberes?
-Yo no los he hecho. -dijo Celia-
La profesora, aunque no le gustaba mucho hacer eso, no tuvo más remedio que ponerle un parte, pues la mayoría de los días no traía los deberes hechos. Celia no quería que su madre se enterase de que le habían puesto un parte. Mónica le dijo, enfadada, a Celia:
-Otra vez intenta traer los deberes hechos, porque si no te pondré otro parte.
La profesora, muy exigente, pidió que se estudiaran muy bien el tema. Era su manera de decir que iban a tener examen. Al acabar la clase, un poco antes de lo habitual, todos se fueron a casa. Celia al entrar en casa, intentó no hacer demasiado ruido para que sus padres,  no se enteraran de que había llegado. Su hermano pequeño Carlos estaba aún en el colegio porque los peques salían un poco más tarde de clase.
-¡Hola Celia!, hoy has venido unos minutos antes.-dijo la madre, feliz de ver a su hija-
-Sí, es que hoy nos han dejado salir antes para estudiar el examen de mañana.-dijo Celia, disimulando que no había pasado nada-
Celia subió a su cuarto y escondió el parte debajo de la cama, antes de que lo vieran sus padres. A ella no le apetecía para nada estudiar, pero ella sabía que no podía suspender otro examen, porque no solía sacar buenas notas. Abrió el libro y se puso a estudiar.
-¡No aguanto más!, no llevo ni dos minutos y no he entendido nada de lo que acabo de leer. -dijo Celia enfadada-
De repente, suenan tres golpes en la puerta, eran sus padres.
-Celia, como vemos que estás tan concentrada en los estudios esta tarde, para que veas lo mucho que te queremos, te hemos comprado este móvil. Lo guardábamos para otra ocasión más especial, pero me parece que ésta es una de ellas.-dijo la madre-.
Muchas gracias, pero creo que no me lo merezco. No os he dicho que me han puesto un parte porque llevaba varios días seguidos sin hacer los deberes.-dijo Celia-
Los padres, al escuchar lo que les dijo Celia, decidieron guardar de nuevo el regalo.
Llegó a casa su hermanito menor Carlos, venía muy cansado, y los padres fueron a hacerle un bocadillo, porque tenía mucha hambre.
Celia, al ver lo enfadados que estaban sus padres, dijo:
-Me voy a sentar en la silla y no me voy a mover de ella hasta que tenga todo claro en la cabeza. -dijo muy convencida.
Se pasó mucho rato sentada en la silla. Al final, parecía que lo que dijo lo iba a hacer de verdad, porque ya llevaba dos horas sin levantarse del asiento.
Los padres abrieron, sin hacer mucho ruido, la puerta y se asomaron, vieron que estaba sentada, estudiando.
Cuando Celia no podía más, fue a cenar y se echó a la cama. Enseguida se durmió y sus padres entraron, le dejaron el móvil en el escritorio y le escribieron una nota que decía:
“Muy bien Celia, al final has estudiado y has hecho lo que has podido, por eso te damos este móvil, ya te explicaremos algunas cosas, pero mañana no te lo lleves al cole. Con cariño tus padres”.
Le dieron los dos un beso en la mejilla y se fueron a dormir.
Por la mañana, al despertar, vio que había una nota en su escritorio al lado del móvil que no le quisieron dar sus padres. Celia leyó lo que ponía y dijo en alto:
-Gracias papás, sois los mejores.
Celia, muy nerviosa por el examen, se despidió de sus padres y por el camino le fue dando pistas a su hermano sobre el regalo que le habían dado sus padres.
-Es pequeño y muy bonito, sirve para muchas cosas, una de ellas es comunicarse con los demás. -dijo Celia contenta-
-Ya sé, es un móvil. -dijo Carlos-
-Muy bien,  has acertado. -dijo Celia contenta-
Se despidieron, y cada uno se fue a su clase. Celia muy nerviosa se sentó en su silla.
-No quiero ver nada en la mesa, sólo lápiz y goma. -dijo la profesora Moni-
Al dar los exámenes, Celia, muy nerviosa, cogió el lápiz y empezó a contestar. Algunas cosas se las sabía, otras no. Al final no resultó tan difícil como ella pensaba. Acabó el examen y la profesora los corrigió. Los repartió de nuevo y cada uno vio su nota. Celia había aprobado con un 6,5 y la profesora le felicitó. Al acabar las clases se fue a su casa corriendo y dijo, orgullosa:
-¡Papá, mamá! He aprobado el examen.
-Muy bien, sabía que si te esforzabas lo conseguirías. Y si se suspende, se vuelve a intentar de nuevo. -dijo la madre- Te voy a dar un consejo, si tú deseas algo de verdad, nunca te rindas y lo lograrás.
Celia le dio un abrazo a su madre y después fue a decir a su padre que había aprobado. Más tarde le enseñaron cómo se utilizaba el móvil y le dijeron que lo usara para llamar a sus amigas y a sus padres, y no sólo por si se aburría o por cualquier chorrada, porque después los papás tenían que pagar las llamadas. Los padres creían a Celia lo bastante mayor como para dejar un móvil en sus manos.
Celia había aprendido, que si te esfuerzas, y no lo consigues, vuelve a intentarlo y al final podrás.
Superando los obstáculos llegarás finalmente a tu objetivo. Nunca pierdas la esperanza.

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