domingo, 13 de marzo de 2011

EN MEDIO DE LA NATURALEZA

                   

Una familia se iba de vacaciones a un albergue, estaban muy ilusionados, sobre todo los niños, Óscar y Lucas. Estaba un poco lejos, pero se pasaría el rato enseguida si ponían música. Después de un buen rato de camino, los niños ya se cansaban de escuchar música, de todo, y se estaban mareando.
-¿Falta mucho? -dijo Óscar cansado
-Pues faltará la mitad del viaje, como una hora -le contestó la madre
-¿No podemos parar en alguna parte para que nos dé el aire y descansar? -dijo Lucas
-Vale, pero solo un rato, que nos están esperando para comer allí.
Cuando vieron una zona de descanso aparcaron el coche, y los niños contentos salieron y empezaron a jugar sin desperdiciar el tiempo. Corrían, saltaban, reían... hasta que los padres dijeron:
-¡Vamos niños! Ya es hora de irnos pues no llegaremos para la comida a tiempo.
-Uf, vale. -dijeron los niños
Cuando estaban en el coche, los niños pensaron que para no aburrirse podían jugar al veo, veo. Pero en cuanto pasó un rato ya se cansaron de jugar.
-¡Mamá! -dijo Lucas- ¿falta mucho?
-Ya falta menos, pero si estáis todo el tiempo quejándoos no vais a conseguir nada.
-¿Y qué quieres que hagamos? -dijo Óscar- ¿qué nos quedemos quietos, sin hacer nada, y mirar el paisaje?
-¡Pues sí, eso mismo quiero que hagáis!, sin molestarnos, que si no le ponéis nervioso a vuestro padre y lo distraéis.       
Después de un rato, ya vieron un cartel que ponía “Albergue Familiar”. Los niños se alegraron y ya estaban más tranquilos al saber que ya casi habían llegado.
A partir de donde vieron el cartel, la carreta fue distinta, y costaba más circular por ella por la cantidad de piedras que había, y las curvas. Más adelante ya vieron las instalaciones, había una señora mirándolos, indicándoles que aparcaran el coche donde ella les señalaba.
-¡Qué bien que ya hemos llegado! -dijo Óscar contento
-Sí, ya me estaba hartando de coche.
-Bueno, ya estamos aquí. Ahora cogeremos las maletas y las dejaremos donde nos digan.
La señora les dio la llave de la cabaña donde iban a dormir, para poder dejar las cosas. Al entrar había dos literas, una a cada lado. No era muy grande, pero sí muy acogedora. La señora les dijo que se fueran rápido al comedor, y se encontraron con más personas que habían ido allí a pasar las vacaciones.
-¡De momento todo me  está gustando! -dijo Lucas- No es como me lo imaginaba, pero está bastante bien.
La mujer les acompañó al comedor porque no sabían dónde estaba. Era bastante grande, aunque en ese momento solo estaban ellos, porque como habían llegado un poco más  tarde, ya habían comido los demás.
Al terminar de comer hablaron con la encargada, que les explicó dónde estaban los baños, los horarios de la comida, la cena y el desayuno. También les dijo que por la noche hacía frío, y había que abrigarse para poder salir. Cuando lo tuvieron todo claro se fueron a su cabaña.
-¿Aquí hay niños? -dijo Lucas
-Pues no sé, alguno habrá. -contestó la madre
El paisaje era todo de árboles, se parecía mucho a un bosque, como el de los cuentos. La encargada les dijo que por el día hacía calor, pero por la noche frío. Se llevaron al albergue unas raquetas de bádminton para jugar, el parchís, las cartas...
Decidieron salir a dar un paseo para ver el lugar y conocerlo mejor. Encontraron unos troncos en el suelo, como si los hubieran cortado con una sierra o se hubieran caído al suelo. No eran muy grandes y se podían mover con facilidad.
-¡Mira que troncos! -dijo Óscar- ¡Ya sé que podríamos hacer con ellos!
-¿Qué se te ha ocurrido? -dijo Lucas
-Podríamos montar una cabaña o una choza, como la de los indios. -le contestó
-Ah, sí, eso es una muy buena idea, y entretiene un montón. Seguro que nos va a quedar genial -dijo Lucas supercontento
-Mañana empezaremos, ahora estoy cansado, y después de cenar ya será tarde, y como estará oscuro no se verá lo suficiente para montarla. -dijo Óscar
Cansados, entraron a la cabaña y se tumbaron en la cama. Se quedaron allí hasta la hora de la cena. Al poco tiempo, llegó la hora de ir a cenar, se pusieron cada uno su chaleco y se fueron todos juntos. Al entrar en el comedor, cogieron las bandejas y la cocinera les sirvió la cena.
-¡Qué bien, hay sopa y albóndigas! -dijo Óscar
-Después de cenar, a la cama. -dijo el padre
-Papi, no, déjanos salir a dar un paseo antes de irnos a la cama, por fi. -dijo Lucas
-Vale, un rato, pero os tendréis que abrigar para no constiparos, que ya sabéis que por la noche aquí hace frío. -dijo la madre
Después de cenar, se cogieron el abrigo y salieron a dar un paseo. El cielo estaba precioso, lleno de estrellas. Cuando pasearon un poco, dijeron:
-Mañana montamos la cabaña como la de los indios. -dijo Lucas
Se fueron hacia su cabaña, la de dormir, no la de los indios. Se pusieron el pijama y se echaron a la cama.
-Yo hoy duermo arriba, y tú mañana. -dijo Óscar             
-Vale. -le contestó Lucas
Después de unas horas, Lucas despertó a sus padres y les dijo:
-Tengo que ir al baño.
-Cariño, acompáñale al baño. -dijo la madre
-Vamos, cógete el abrigo que te acompaño al baño. -dijo el padre
Se pusieron el abrigo, salieron de la cabaña y se fueron hacia los baños
-¡Venga, Lucas, que estoy cansado!, me quiero ir a dormir. Te espero fuera. -dijo el padre
-Ya voy -le contestó
Cuando terminó Lucas, se dirigieron a la cabaña, entraron y se echaron de nuevo a la cama. Al día siguiente, se cambiaron de ropa, se pusieron el abrigo y se dirigieron hacia el comedor. Cuando terminaron de desayunar, Lucas y Óscar empezaron a montar la cabaña.
-Coge tú del otro extremo del tronco, ayúdame a levantarlo y lo apoyamos en este tronco. -dijo Lucas
-Ten cuidado, a ver si nos vamos a hacer daño -le contestó su hermano
Cuando apoyaron el árbol, cogieron otro, así hasta que tuvieron unos cuantos. Ya se iba pareciendo más a las cabañas de los indios.
-Ya nos falta menos. Un tronco más y estará terminada. -dijo Óscar
Al poner el último tronco, a Lucas le hacía daño un dedo, y se dio cuenta de que se le había clavado una astilla.
-¡Se me ha clavado una astilla en el dedo!. Ahora vuelvo, que le voy a decir a papá que me la quite con un alfiler. -dijo Lucas
Lucas intentó no llorar, porque su padre siempre decía que los niños valientes no lloraban. Se le escapó alguna lágrima, pero al final se la quitó.
-Ya me la ha quitado papá. -dijo Lucas al volver
Al terminar la cabaña, sobraron algunos troncos. A ellos les gustaba mucho andar por encima de ellos. Pensaron que no estaría mal poner algún adorno en la cabaña, pero como allí no tenían nada para poder poner, la dejaron así.
Para descansar de la faena dieron una vuelta, y vieron que había más casetas o cabañas a lo lejos, montadas con troncos y cuerdas. Se acercaron un poco para verlas, estaban bastante mejor construidas que la que habían hecho ellos, pero les daba igual, porque se lo habían pasado bien construyéndola.
-¡Qué cabañas tan bien construidas! -dijo Óscar
-Vamos a volver a nuestra cabaña, por si nos están buscando nuestros padres. -dijo Lucas
Al entrar en la cabaña, Lucas y Óscar le contaron a sus padres lo que habían hecho esa mañana, y que se habían divertido mucho.
-¡A ver cómo os ha quedado la cabaña! -dijo la madre
Los niños le enseñaron a su madre la cabaña, estaba muy bien hecha. Su padre estaba en el baño, por eso no se la enseñaron en ese momento, se la enseñaron cuando volvió.
Cuando llegó la hora de comer, se fueron hacia el comedor, y contentos empezaron juntos a comer. Al terminar le llevaron la bandeja a la cocinera.
Ya habían salido todos del comedor, y los padres dijeron a los niños que esa tarde se marchaban.
-Lo siento, pero esta tarde nos vamos. Le habíamos dicho a tu abuelo que iríamos el 3 de agosto a visitarle. -dijo la madre
-¡Pero hemos estado muy poco en este sitio, solo dos días! -dijo Lucas
-Ya lo sé, además, no sabíamos si esto os iba a gustar, pero como he visto que sí y mucho, pues ya vendremos para navidad, o semana santa. -dijo la madre
-¡Vale, para navidad o semana santa volvemos! -dijo Óscar no muy contento por irse
Se despidieron de la cocinera, y como solo habían estado dos días no hicieron muchos amigos, pero se divirtieron a tope. Hicieron sus maletas, se montaron en el coche y por el camino recordaban cómo se lo habían pasado.

4 comentarios:

  1. Hola soy laura ya veo que soy la primera en escribir y queria decir ademas de este cuento y los demas que tienes te quiero felicitar por tus meritos felicidades!!!!!!!!!

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  2. los chistes molan ejjeejejejejej

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